jueves, 9 de octubre de 2014

El Perú más humilde

Iquitos, 7 de octubre de 2014

A las 4,30 de la mañana la fuerte lluvia, los rayos y los truenos nos despertaron. Menos mal que estamos en la estación seca. A las 6,30 cuando nos levantamos oficialmente y digo oficialmente porque con la tormenta sólo se podía dormir a ratos, seguía diluviando. De vez en cuando algunas gotas nos caían en la cara.



Para desayunar la cocinera nos preparo unas tortitas con plátanos muy ricas. Debido a las lluvias, Jino nuestro guía nos cambió el planning del día, en vez de ir al Amazonas, que podía ser peligroso por las lluvias, nos íbamos a conocer Iquitos y la reserva de Manatíes. Hay una leyenda de que en el fondo del Amazonas hay una serpiente gigante que cuando abre la boca provoca remolinos y traga todo lo que está cerca, no queríamos que la serpiente mitológica se tragase también nuestro barco.

La primera parte del camino de vuelta fue también con lluvia... Cogimos la barca a unos 20 minutos andando de San Pedro que nos devolvía a Iquitos. La barca tenía un pasajero más, una araña enorme, pero la gente de aquí no mostraba preocupación por ella. Ya en la costa de Iquitos nos esperaba un motocarro que nos llevaría al centro de la ciudad. Allí nos despedimos de los chinos y colombianos.




Iquitos es caótico. El ruido de los motores de los carros es ensordecedor y aquí el ceda el paso o los semáforos apenas existen... Todo es el esquivo del resto de motos y aprovechar el momento. Esta es la ciudad más grande del mundo que se encuentra completamente aislada con casi un millón de habitantes.

La plaza de armas de la ciudad tiene pocos edificios coloniales en pie, y algunos edificios altos deshabitados. En un lateral se encuentra la iglesia principal de 1906 y en el centro un obelisco que recuerda a los caídos en la guerra con Chile. Perú sigue mostrando heridas abiertas con Chile por la guerra, notamos que hay ciertas hostilidades al hablar de sus vecinos.



En la plaza de armas también se encuentra el edición de hierro o de fierro, como dicen ellos, reqlidado por Auguste Eiffel, el mismo que creó la famosa torre Eiffel de París, que quiso probar que se podía realizar un edificio totalmente de hierro. El azar hizo que construyese este edificio en Iquitos. Al parecer su idea era construirlo en Ecuador, en Quito, pero se equivocó con el nombre.

Un poco más adelante se encuentra un bulevar relativamente reciente. Al parecer el Amazonas antaño pasaba más cerca del núcleo poblacional, pero poco a poco sus sedimentos han ido desviando el cauce del río y haciendo que Iquitos gane terreno y este boulevar. 



De aquí nos fuimos al mercado, donde probamos desde varias frutas exóticas a un delicioso batido y yo pude probar los famosos gusanos que crecen en las palmeras, que por cierto estaban deliciosos, sabían como a carne de cerdo a la barbacoa. En el mercado vendían de todo, desde carne de tortuga, sus huevos, cocodrilos, todo tipo de peces, roedores,... Básicamente de todo. Si decíamos que en China comían todo animal que no era capaz de escribir su nombre, aquí tres cuartos de lo mismo. Cualquier animal de la selva, a excepción del delfín rosado, incluidos los monos, manatíes, perezosos o serpientes, son susceptibles de ser comidos.



Del mercado bajamos a Belén, el barrio más humilde de la ciudad y la Venecia de Perú. No es la Venecia de Perú por su belleza, sino porque con la crecida del río todas las casas se ven inundadas y la gente tiene que irse a vivir al piso de arriba de sus viviendas. Son palafitos.

Las casas más cercanas al río, de hecho están construidas cual balsas sobre enormes troncos y cuando llega la época de lluvias, se elevan con el nivel del mar. Es un modo de vida extremo. Cada una de las casas tiene fuera un pequeño cuadrado que es su baño, donde se asean y hacen sus necesidades. 



En el río está la iglesia, la gasolinera (que aquí llaman el grifo), la discoteca o incluso el colegio, todo es flotante y hasta los niños en la época de lluvias tienen que ir al colegio en balsa. Es la zona más pobre de Iquitos y se nota. Nos llamó la atención como la gente en sus casas hacen campaña política del partido que quieren que gane las elecciones pintando sus fachadas. Está claro que aquí la política se vive de otro modo.



De Belén volvimos al centro a comer, donde Javi probó un zumo negro de cebada, pero no era cerveza. De ahí, en motocarro nos fuimos al centro de preservación de los manatíes. El camino en motocarro cuanto menos fue emociante... Entre los baches, los quiebros y los insultos de nuestro conductor a otros, vimos varias veces el peligro.



En el centro de preservación aparte de los manatíes se encuentran varios otros animales cuyo objetivo es devolverlos a la naturaleza. Había una nutria, monos, guacamayos y peces...

Los manatíes se encontraban al fondo. Al parecer están en peligro de extinción porque su carne también es comida por los pobladores de la selva. No tienen otro depredador natural más allá del hombre. Miden hasta 3 metros y pesan 500 kilos y son una especie de focas grandes... Las vacas del Amazonas. Eso sí su boca era como la de depredador.. Aunque no tenían dientes daban un poco de miedo.



En el centro pudimos dar de comer a los manatíes una especie de lechuga que es su alimento. Son unos animales muy sociables. Se acercaban a nosotros y sacaban la cabeza para que les acariciáramos y les diéramos comida. Había un total de 6 en el centro y hasta que no cumplen 5 años no se les puede intentar devolver a la naturaleza. También pudimos ver como le pinchaban el antibiótico a uno de ellos... Sacarlo del agua y mantenerlo quieto fue un poco una odisea para los 4 cuidadores.



De allí, retomamos el camino al hostel... Motocarro, Barca por el Nanay y caminata... Llegamos a las 16 de la tarde pasadas, pero en el hostel poco más hay que hacer... Bajamos al río y vimos algunos pájaros amarillos y negros y un buitre de cabeza roja, típico del Amazonas... 

Tan sólo nos quedaba esperar a que anocheciera y nuestra cena con una cerveza.  Os dejo con algunos titulares del periódico del día.


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