jueves, 9 de octubre de 2014

De la capital a la Selva

Iquitos, 5 de octubre de 2014

El jet lag nos ha despertado a las 5.30 de la mañana, y como ya había amanecido y en el hostel no podíamos ni desayunar ni ducharnos hasta las 7 de la mañana porque no había agua corriente, decidimos hacer turismo madrugador por Lima.

Sorprende la cantidad de coches y vida que había en la ciudad un domingo a las 6 de la mañana, más teniendo en cuenta que mucha gente no trabajaba por ser domingo electoral. Repetimos el mismo paseo que hicimos anoche pero con luz. Desde nuestro hostel a la Plaza de Armas, que básicamente tiene todos los atractivos turísticos de Lima.




Hay algunos edificios bonitos, el palacio de Justicia, el museo de arte italiano, la Catedral y el palacio presidencial. El resto de Lima es prescindible y con pasar unas horas en la capital es más que suficiente. 


De vuelta al hostel, nos tuvimos que duchar con agua fría y eso que las duchas estaban en un patio interior al aire libre y la temperatura sería de 15 grados. Creo que me estoy haciendo mayor para estas cosas. Desayunamos el típico café con pan de hostel y pusimos rumbo al aeropuerto, nuestro vuelo a Iquitos salía a las 11 de la mañana.




En el aeropuerto tuve mi primer momento de desesperación peruana... El ritmo aquí como en tantos otros países es muy lento... 5 personas para facturar y todo el mundo esperando, gente que va despacio (muy despacio) en los controles y a los que se les tiene que repetir varias veces las cosas para que las hagan... En fin... Que aquí también hay que dejar el estrés de Madrid a un lado.

La compañía con la que fuimos de Lima a Iquitos era StarPeru. El avión era más grande de lo que esperábamos y menos mal que nos dieron un montadito de jamón para comer, porque a esta hora que son las 18,15 es lo único que hemos comido en todo el día, bueno eso y el café con pan de la mañana. El vuelo era más parecido a hacer un Madrid-Valladolid en Alsa que un vuelo auténtico, nuestra parada era la segunda, y en cada una de ellas sé bajaba y subía gente, como quien se baja en Olmedo. 



En cada parada se repostaba y por suerte nos daban un café para beber, pero sin bajarnos del avión. Pucalpa, que era la primera parada, se veía desde el aire como el típico pueblo tropical con las calles de arena y casas de chapas a los lados. Poco tenía que ver con Lima.

Los paisajes desde el avión son espectaculares. Saliendo de Lima sólo se ven grandes montañas secas sin apenas vida. En las cumbres de las más altas todavía hay nieve. Una vez pasados los Andes, el espectáculo es totalmente diferente. La selva amazónica se extiende hasta donde la mirada puede alcanzar. No hay apenas claros y los múltiples afluentes del Amazonas dibujan sus cauces. Es como si decenas de serpientes gigantes de distintos tamaños y anchuras se movieran bajo el avión. 



A las 14 aterrizamos en Iquitos y... Sorpresa! El hombre que nos tenía que llevar a San Pedro Lodge, nuestro hostel en mitad de la selva, no estaba. Mi cabreo fue en aumento a la par que otros taxistas nos ofrecían sus servicios. Llamamos al número de teléfono del Lodge y nadie nos contestó. Así qué decidimos coger una de las motocicletas del aeropuerto e ir por nuestra cuenta. Saliendo del aeropuerto tuvimos la suerte de que el hombre que tenía que venir a por nosotros apareció y fuimos con él.

Por cierto, Iquitos tiene el récord mundial de motocicletas por habitante en un área urbana y no nos extraña, qué locura de tráfico. Todas las motos tienen un carro donde va la gente montada, hemos llegado a ver a 8 personas en uno de estos carros y unos se cruzan con otros intentando no chocar. Tan sólo los reflejos parece que les salva del accidente, o quien sabe, a lo mejor tienen un código de circulación que no hemos conseguido descifrar.



De la motocicleta, entre caminos y baches, llegamos a un "puerto" donde nos esperaba una barca para remontar el río Nanai durante 20 minutos. De ahí paramos en mitad de la selva de donde salía un camino y donde nos esperaba un hombre que nos guió durante otra media hora andando hasta el hostel. Todo muy auténtico, y sí, aquí no hay wifi, ni tan siquiera electricidad.

Se puede decir que estamos auténticamente Perdidos en la Tribu. San Pedro es una población de unas 80 personas muy pintoresca, aquí la gente vive de la agricultura y su ocio se basa en estar en la calle charlando y jugar al fútbol o al volleyball. Hemos visto dos campos de fútbol y dos canchas de volley para esta población de unas 80 personas. La gente es muy amable, todos te saludan cuando pasas y te hacen sentir totalmente integrado.



Entre el madrugón del día, los 30 grados que hace, la humedad, la mochila, el paseo de media hora por la selva y no haber casi comido en todo el día llegamos al hostel empapados en sudor,  hambrientos y cansados sobre las 15,30 de la tarde. 

Como no había mucho que hacer en el hostel, decidimos dar un paseo por la comunidad de San Pedro acompañados del perro del San Pedro Lodge. La iglesia, el colegio, el bar con la música a todo volumen... Todo es muy pictórico. Lo más curioso es tal vez el sencillo cementerio de la comunidad, las tumbas sobresalen del suelo. Javi esta encantado con sus cervezas peruanas de 650 ml por tan sólo dos euros. Y yo no sé si podré sobrevivir durante 5 días sin ninguna onda wifi impactado en mi cuerpo... Por no haber no hay apenas cobertura para el móvil. Este sitio tiene capacidad para doce personas, pero en el hostel sólo estamos tres chinos cincuentones, una pareja joven de una francesa y un colombiano y nosotros dos. 



Una vez anocheció sobre las 18 de la tarde, el tiempo de nuestro día estaba limitado por la electricidad del generador. Para cenar nos ofrecieron una pechuga con arroz, plátano frito y verduras y dos zumos, uno de ellos de maracuya y el otro una especie de limonada de un cítrico de aquí. 

Jino, nuestro guía nos contó varias curiosidades de la zona y del Perú. Iquitos es realmente una isla entre dos ríos y está totalmente aislado por carretera del país. La única forma de llegar es en avión ya que por carretera hay que tomar un Ferry desde Pucalpa que tarda 3 días en llegar. Aquí, en San Pedro la gente está aún más aislada, nadie en la comunidad tiene mucho contacto con la ciudad. Cerca de aquí se encuentran los Boras, una tribu indígena que aunque van vestidos como cualquier otro peruano, siguen viviendo en la selva, alimentándose de forma tradicional de los productos que les da la selva y sin apenas contacto con la civilización. De hecho difícilmente hablan castellano.



El generador se apagó y nos indicó que era el momento de irse a la cama. Junto a los sonidos de la selva se escuchaban las músicas y cumbias de San Pedro. Hoy fue día de elecciones y para los peruanos es una gran fiesta que hay que celebrar. Como curiosidad nos dijeron que aquí era obligatorio votar ya que si no se te multaba, y que la ley seca precisamente provocaba el efecto contrario, la gente compraba y acumulaba alcohol los días de antes para beber y todo Perú celebraba las elecciones.

Así, con los sonidos de la selva y las cumbias, nos fuimos temprano a la cama.

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